La primera prohibición conocida en la
historia con respecto a las drogas se produce en el S. II d.c. en Roma.
Esta prohibición se relaciona con el culto dionisíaco, el
cual queda proscrito, justificandose esta medida por los excesos que durante
sus ritos se producen. Los adeptos de este culto de naturaleza mistérica
se entregan a orgías desenfrenadas en las que el vino, uno de los
dones del dios, corre sin restricciones.
Es en plena expansión del cristianismo
cuando se produce esta circunstancia; los monoteísmos son marcadamente
antiorgiastricos, de lo que se deriva una clara influencia de este en
la prohibición cultos paganos que , por contra, tienen grandes
posibilidades de relacion comunitaria y trascendente a través del
consumo de sustancias alteradoras de la conciencia.
Posteriormente, la Edad Media conoce un resurgir
de los ritos báquicos, que se mezclarán con rituales de
magia en los que se efectúa el consumo de psicotrópicos.
Se desencadena en esta época la famosa "caza de brujas"
en centroeuropa, represión de este tipo de actividades en la que
se mezclan motivos de tipo religioso y polïtico. Por un lado se trata
de eliminar un posible peligro de competencia para la religión
oficial, el cristianismo, por otro, es una forma oblícua de sofocar
las revueltas campesinas provocadas por el hambre. Por un lado, los siervos
viven en el temor a la superstición, por otro, padecen el temor
a ser acusados ellos mismos de brujería.
Es en este periodo, por otra parte, cuando se inicia la llegada a Europa de nuevos fármacos - haschís, opio - ; entrada propiciada por la apertura de la ruta de la seda primero , y la apertura de la ruta comercial marítima hacia oriente. Este tipo de consumo está relacionado con la práctica de la medicina; se utilizan estas sustancias en particular como calmantes.
Es en este periodo, por otra parte, cuando se inicia la llegada a Europa de nuevos fármacos - haschís, opio - ; entrada propiciada por la apertura de la ruta de la seda primero , y la apertura de la ruta comercial marítima hacia oriente. Este tipo de consumo está relacionado con la práctica de la medicina; se utilizan estas sustancias en particular como calmantes.
Durante el S. XIX resurge entre las elites intelectuales
la visión de las drogas como un instrumento útil en el camino
del conocimiento, como réplica de la tradición griega, acallada
durante dos milenios. Es una propuesta prometeica que va a permitir alcanzar
a los pensadores de este siglo nuevas luces.
A Baudelaire se le puede considerar el primer intelectual que justifica el prohibicionismo en la época moderna. Este autor considera que la consecución de estos "paraisos artificiales" provocaría que la población abandonara el trabajo y, por ende, se dejaría de producir, lo que significaría la ruina del sistema.
Otros escritores, por el contrario, se lanzan al consumo de estupefacientes para alcanzar estados o visiones que les sirvan como fuentes de inspiración para desarrollar su literatura. En este sentido cabe destacar la obra de Thomas de Quincey Confesiones de un opiomano inglés.
Lo que ocurre en el siglo veinte todos lo sabemos.
Aparecen Nuevas drogas sintéticas nacidas de experimentos que en
muchos casos son promovidos por las mismas instituciones que prohíben
otras sustancias. De esta forma aparece la heroína, un experimento
militar que consistía en suministrar esta sustancia a los soldados
durante la Primera Guerra Mundial para que bajo sus efectos perdieran
el miedo, de ahí su nombre; aunque los resultado obtenidos no debieron
ser muy buenos. La cocaína era un producto habitualmente recetado
por los médicos para combatir la depresión y otras enfermedades,
también fue prohibida al comprobar sus efectos secundarios. La
dietilamida del ácido lisérgico (LSD) fue una sustancia
que en principio se investigó con objeto de tratar afecciones del
riñón, imaginaos los resultados en los pacientes. Y de esta
forma, multitud de compuestos han salido de laboratorios respetables,
se han consumido en la calle como refuerzo lúdico, y posteriormente
han sido prohibidos por las autoridades, encareciéndose su precio
y adulerándose su contenido, con las nefastas consecuencias que
esto lleva consigo.A Baudelaire se le puede considerar el primer intelectual que justifica el prohibicionismo en la época moderna. Este autor considera que la consecución de estos "paraisos artificiales" provocaría que la población abandonara el trabajo y, por ende, se dejaría de producir, lo que significaría la ruina del sistema.
Otros escritores, por el contrario, se lanzan al consumo de estupefacientes para alcanzar estados o visiones que les sirvan como fuentes de inspiración para desarrollar su literatura. En este sentido cabe destacar la obra de Thomas de Quincey Confesiones de un opiomano inglés.
La cuestión de si se deben prohibir las drogas o no, creo que queda explicitada por los párrafos anteriores: Si desde el S.II se han prohibido fármacos, y se han seguido consumiendo, quiza su consumo o no consumo no tenga que ver tanto con cuestiones de legalidad como con las estructuras de la sociedad y los rasgos psicológicos de cada individuo que la compone.
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