miércoles, 17 de abril de 2013

El cura condenado (Cuento popular sanabrés)

Una vez iba un mozo camino de un pueblo que había al lado del suyo, donde vivía una moza que solía ir a ver todas las noches, cuando vió a una mula que andaba sola por el camino, arrastrando los atalajes.
- ¿De quíen será esta mula que va por aquí sola con las correas a rastras? - se preguntó el mozo- ¿Andará el amo por ahí?
Pero al fijarse mejor en el animal, vió algo insólito: este tenía pies de hombre, y donde pisaba quedaba una huella de fuego. Horrorizado, vió cómo la mula se le acercó y comenzó a hablarle.
- Escucha, mortal - dijo la mula con una entonación extraña, levemente metálica, al tiempo que iniciaba una transformación que le hacía semejarse a un hombre - yo fuí un sacerdote en vida, pero me condené por mis pecados, por ello no puedo entrar en el cielo. Pero tampoco puedo entrar en el infierno con esta ropa - dijo señalándose los hábitos sacerdotales - tienes que ayudarme a expiar mi culpa.
El hombre, aterrorizado, salió corriendo y ya no paró hasta llegar al pueblo de su novia, cuando llegó ante ella le relató casi sin aliento lo que le había sucedido, y ella le aconsejó que fuera sin perder un instante a despertar al cura del pueblo, que tenía fama de santo.
Así lo hizo, llamó al sacerdote, que salió refunfuñando contra aquel que le despertaba a esas horas, y le contó lo sucedido. El cura, despues de reflexionar un rato y rezar una oración le dijo:
- Tienes que ayudarle a expiar su culpa, sea como sea, porque si no lo haces ya no te dejará en paz nunca. Para ello harás lo que te voy a decir:
Volverás al camino y dibujarás un círculo en el suelo, después dibujarás una cruz dentro del círculo y te pondrás sobre ella; cogerás un palo largo (de los que se usan para llevar las vacas), y le atarás una hoz a la punta Cuando el espíritu aparezca, comenzarás a cortarle con la hoz el hábito. Lo más importante: empieza a quitárselo por los piés, si empiezas por la parte de arriba, las ropas vendrán a tí, y con ellas la condena, entonces serás tú quién quede vagando por ese camino...
El mozo hizo lo que el cura le había explicado, pese al miedo que sentía, que le producía espasmos y temblores cada vez que veía agitarse la sombra de una rama o escuchaba el crujir de las escobas resecas; dibujó la circunferencia y la cruz, se puso sobre ella sujetando el palo al que había atado una hoz que le había dejado su novia y esperó al fantasma.
Este apareció en forma de mula y dejando las huellas de fuego para luego transformarse en sacerdote. Volvió a reiterar su petición de ayuda, a la que el joven accedió de buen grado; cuando el espíritu vió la hoz, le pidió encarecidamente que empezara por arrancarle el bonete que llevaba puesto en la cabeza, ya que así la liberación sería más rápida.
Mas rápida para tí, pero no para mí.
Pensó el mozo, y comenzó a rasgar los hábitos por los pies del fantasma. Según los iba rompiendo, el cura iba quedando enterrado de abajo arriba, mientras aullaba de deseperación, hasta que solo quedó fuera la cabeza cubierta con el bonete. Entonces gritó con todas sus fuerzas:
- ¡Maldito sea quien tan bién te enseñó!
El hombre, como única respuesta segó el gorro de su cabeza, que quedó enterrada definitivamente.
Desde esa noche, el mozo no volvió a sufrir contratiempos cuando iba a ver a su novia, aunque, siempre que pasaba por el lugar donde estaba enterrado el cura fantasma, no podía impedir que recorriera su espalda un escalofrío.

´@Pacoespada1

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