viernes, 27 de abril de 2012

Montesquieu, su pensamiento sobre la sociedad.

Montesquieu describe la realidad social mediante un método analítico y positivo que no solo describe empíricamente los hechos sino que intenta organizar todos los datos en un reducido número de tipos.
Bajo la aparente diversidad de los hechos sociales, puede descubrirse un orden interpretable racionalmente. Habría una causalidad profunda bajo las apariencias en las que interactuarían elementos causales que permitirían su comprensión (físicos, morales)
Se impone en el siglo XVIII el modelo de las ciencias naturales, deja de interesar el "qué" de las cosas, interesa el cómo funcionan, cómo se relacionan entre sí. Se pasa a una concepción funcional. Si se desmonta algo con un determinado orden y método para llegar a su conocimiento, el hecho no depende ya de Dios sino de la inteligencia humana.
Es necesario que exista un orden racional e inmutable, que la naturaleza posea esas leyes repetidas regularmente. Esta es la hipótesis básica sobre la que se desarrolló la ciencia moderna.
El primer paso de Montesquieu será establecer como objeto científico el estudio de la vida social aplicando el método de las ciencias naturales al estudio del hombre en sociedad, intentando desentrañar sus leyes, que serán las relaciones necesarias que se derivan de la naturaleza de las cosas.
Existiría una regularidad en las leyes humanas y una racionalidad en la conducta aparentemente caótica de los humanos, este es el primer paso para un conocimiento sociológico de relaciones e instituciones sociales.
La existencia de leyes naturales y leyes positivas se debe a que el hombre lleva en sí un dualismo fundamental: por un lado le liga a la naturaleza física y por otro le lleva a quebrantar la regularidad de las leyes naturales, marcadas por la necesidad. En el Espíritu de las leyes se plantea el problema de como combinar permanencia y cambio; es decir, como explicar las sociedades sin caer en un determinismo que niegue la libertad y la voluntad humana.
Se investigan las leyes de la naturaleza humana mediante la observación, la experiencia o la experimentación, buscando a través de las variables de comportamiento de los hombres unas constantes de la especie.
Montesquieu parte de la hipótesis de un estado de naturaleza en el que los hombres-individuos se unen entre sí para, mediante un pacto, formar la sociedad civil y política. Lo hacen movidos por el interés y la utilidad. La sociedad nacería del consenso, aquí no cabe el derecho divino, el azar o el destino.
Las leyes positivas no dependen del azar o la voluntad humana, pero tienen flexibilidad como para permitir la introducción de correcciones. Para Montesquieu, la sociedad es natural en el hombre, pero es susceptible de cambio, lo que permite a los hombres la acción y la reflexión moral, pero solo conociendo los factores que han intervenido en la formación de la sociedad se pueden distinguir los que se pueden modificar.
La primacía de las leyes naturales sobre las positivas intenta justificar la igualdad natural de los hombres y desigualdad social y política, al tiempo que se plantean los limites del poder (absolutismo). En esta línea, Montesquieu parte de una sociedad natural igualitaria pero precaria, que al desarrollarse pierde la paz y la igualdad, que ya solo se pueden recuperar en el marco de las leyes positivas. Estas deben adaptarse a la naturaleza y el principio del gobierno, a los caracteres físicos del país, a la calidad del terreno, la libertad, la religión, el comercio, numero de habitantes, etc. Estas características son las que trata de analizar Montesquieu.

De lo que se trata es de descubrir sociedades existentes, reales, no como deberían ser. Son sociedades tipo en las que distingue dos categorías: Naturaleza y principio.
Hay tres tipos de gobierno: Republicano, monárquico y despótico.
La naturaleza de un gobierno equivaldría a una estructura social y política, en relación con quien detenta el poder y como.
El principio equivaldría a su función, bajo que mecanismos actúa. Se configura como ideal y como resultante de la relación de causas físicas y sociales.
Republica: principio: Virtud política, que seria patriotismo, amor a la igualdad y a la sobriedad. Las leyes se basaran en el reparto equitativo de la tierra, hesitación de desigualdades por acumulación hereditaria, participación de todos los ciudadanos en el gobierno, preferencia del interés publico sobre el privado. Las leyes penales serán limitadas y los impuestos serán acordados por la voluntad popular.
Naturaleza: territorios pequeños, pocos habitantes, actitud cívica.
Monarquía, principio: Honor, entendido como afán de ser superior a los demás, -esto en la republica seria peligroso-, esto produce desigualdad y aparece el lujo, que beneficia a ricos y pobres al poner en circulación bienes materiales. El lujo significa pues circulación de riquezas, comercio, industria y trabajo, ya que para el liberalismo lo que mueve el interés de los hombres es la búsqueda utilitaria de la felicidad.
Despotismo, principio: El temor, aquí el lujo es un abuso que incrementa la desigualdad. Seria un tipo de monarquía absoluta. Para Montesquieu, monarquía seria equivalente a monarquía constitucional, moderada por poderes intermedios.
Naturaleza: Grandes territorios, grandes poblaciones, riqueza.
Existe una serie de causas que explican la realidad social que actúan en varios sentidos; son leyes del funcionamiento de los fenómenos sociales. Son causas físicas, sociales y morales.
-Causas físicas
El clima: La teoría del clima procede de la medicina; tendencia materialista que liga los estados del alma como reflejo de los humores del cuerpo y su situación como resultado de la diversidad de climas y territorios. El clima se relaciona con diversas enfermedades, con el carácter activo o perezoso, valiente o cobarde.
Influye sobre el suelo, condicionando el tipo de cultivo, extensión del terreno, organización del trabajo; influye sobre la cantidad de población que podría alimentar el terreno. Se pueden contrarrestar los efectos de clima y suelo mediante el trabajo y la invención (Holanda). La abundancia o escasez de suelo y su explotación determinan el tipo de sociedad: Desunión: pueblos salvajes. Predomina el pastoreo, unidos en un todo: pueblo bárbaros. cazadores.
En los pueblos civilizados se altera favorable o desfavorablemente la relación del numero de habitantes con el clima y el suelo mediante las leyes y la organización social.
Causas sociales y morales: comercio, moneda, trabajo, religión.
COMERCIO: En auge durante el siglo XVIII. Montesquieu lo relaciona con la paz y la libertad: donde hay comercio hay costumbres pacificas. Aspectos negativos: En los estados comerciantes se comercia con todo (corrupción). Hay dos tipos:
1º comercio de lujo: Es propio de estados modernos, crea nuevas necesidades y los medios de satisfacerlas.
Comercio de economía: propio de las antiguas republicas; crea ganancias moderadas.
Montesquieu considera que la nobleza no debe comerciar, pero el comerciante puede comprar títulos de nobleza, fomentándose así el ascenso social. Las naciones ricas no son las que tienen mas oro y plata sino las que tienen mayor riqueza en agricultura, industria y comercio.
MONEDA: La moneda no debe acapararse, debe circular.
TRABAJO: El trabajo es la verdadera riqueza de los individuos, se debe promover este mediante leyes, leyes también contra la pereza. Fuera el monacato y los hospitales de pobres. Escuelas de aprendizaje de oficios. Critica al clero, exceso de fiestas religiosas, propiedades de manos muertas, ociosidad, celibato. no es productivo.
RELIGION: Es el elemento moral más importante en la acusación social. Es un fenómeno social para Montesquieu, estudia su lado convencional y humano pero ordenador de la sociedad a través de las creencias. Considera que es absurdo imponer la religión de una cultura a otra. La religión sirve de freno en los despotismos y sus leyes corrigen a veces los inconvenientes de la constitución política, por lo que cuenta más su utilidad que la verdad o no de sus dogmas. Toda persecución religiosa y todo prosetilismo es por principio intolerante.
El espíritu general: es la interacción de los elementos físicos y sociales que hacen que una nación sea como es. Es una resultante sociológica, no depende de la voluntad individual ni colectiva. De may la diversidad de culturas, determinadas por dicho espíritu general.
Aunque la dinámica social no depende de los individuos, el hombre puede medir y planificar el alcance de su acción voluntaria. La libertad humana introduce desorden en la armonía natural, una gran idea, premonitoria, de un pensador que nos precedió en trescientos años.




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viernes, 20 de abril de 2012

Emile Durkheim: la división del trabajo social.

Hechos sociales

Emile Durkheim considera que el objeto fundamental de la sociología debe consistir en el estudio de los hechos sociales. La idea de que los hechos sociales deben ser tratados como "cosas" es vital para distinguir la filosofía de la sociología. Como objetos, los hechos sociales deben ser estudiados de un modo empírico, no filosófico.
Así mismo, para distinguir la sociología de la psicología, Durkheim afirma que los hechos sociales son externos y coercitivos para el actor; el objeto de la psicología sería estudiar los hechos psicológicos, mientras que el de la sociología sería el estudio de los hechos sociales.
Se distinguen en su obra dos grandes grupos de hechos sociales: hechos sociales materiales e inmateriales.
Los hechos sociales materiales son los más visibles, <<A veces el hecho social se materializa y llega a convertirse en un elemento del mundo exterior>>. La arquitectura sería un ejemplo de hecho social material.
Pero a lo que el gran sociólogo da mayor importancia, hasta convertirlo en núcleo de su obra es el análisis de los hechos sociales inmateriales. Los hechos sociales inmateriales se corresponden con lo que hoy consideramos normas y valores de la sociedad, o de forma extensa, la cultura.
Los hechos inmateriales residen en cierto modo en la mente del actor, por ello, para distinguirlos de los hechos psicológicos se ha de pensar en ellos como coercitivos y externos. Hay que considerar que tanto algunos hechos sociales como los psicológicos existen dentro de las conciencias y entre ellas; Durkheim considera que mientras los sociólogos se interesan por las normas y los valores, los psicólogos se afanan en temas como los instintos humanos, por tanto en fenómenos más primarios.
Durkheim se esfuerza por organizar los hechos sociales en distintos niveles de realidad social; los hechos sociales materiales tienen prioridad en la teoría sociológica de Durkheim precisamente porque influyen en los inmateriales, fundamentales en dicha teoría.
Los principales niveles de la realidad social serían:
A. Hechos sociales materiales
1. La sociedad
2. Componentes estructurales de la sociedad (como instituciones)
3. Componentes morfológicos de la sociedad (como distribución de la población o canales de comunicación)

B. Hechos sociales inmateriales
1. Moralidad
2. Conciencia colectiva
3. Representaciones colectivas
4. Corrientes sociales
Inspirado por la biología, Durkheim considera que la sociedad está constituida por órganos (hechos sociales), o estructuras sociales que realizan ciertas funciones para la sociedad. Debemos distinguir las funciones de las estructuras de los factores causales de su existencia. Los estudios de Durkheim sobre el nivel macro explican su importante papel en el desarrollo del estructuralismo funcional.

División del trabajo en la sociedad
Durkheim concibe dos tipos de sociedad: el primero, más primitivo, corresponde a la solidaridad mecánica, que se caracteriza por una estructura social laxa y con poca o ninguna división en el trabajo; por el contrario, la solidaridad orgánica es de un tipo más moderno y presenta una división del trabajo mayor y más refinada. La división del trabajo es un hecho social material que indica hasta que punto se han especializado las tareas y responsabilidades.
Los cambios en la división del trabajo han sido fundamentales en la estructura de la sociedad, de modo que una sociedad caracterizada por la solidaridad mecánica se mantiene cohesionada porque sus individuos tienen conocimientos similares, mientras que una sociedad en la que prima la solidaridad orgánica se mantiene unida porque los individuos tienen distintas tareas y conocimientos, creándose una red de interdependencias, por ello la sociedad moderna se mantiene unida por la especialización de las personas y la necesidad de servicios de otras.
Densidad dinámica
Este concepto de Durkheim hace referencia a la cantidad de individuos que forman una sociedad y al grado de interacción que realizan entre sí.
Un aumento del número de individuos unido al aumento de interacción conduce al cambio de una sociedad mecanicista a una sociedad organicista, dado que dicho aumento provoca una mayor competencia entre todos, al tener características similares; el cambio a la división del trabajo permite a personas y estructuras cooperar entre los diversos ámbitos de especialización.
Derecho
Una sociedad mecánica se caracteriza por un derecho represivo. Cualquier ataque a su sistema de valores compartido es algo de gran importancia para la mayoría de los individuos , por lo que el transgresor suele ser castigado muy severamente si se considera su acción una ofensa contra el sistema moral colectivo.
Una sociedad de solidaridad orgánica se caracteriza por el derecho restitutivo; a los individuos se les pide que cumplan con la ley o que restituyan a aquellos que resulten perjudicados por sus acciones. En este tipo de sociedades la gente no suele reaccionar emocionalmente ante el incumplimiento de las leyes.
Mientras que en el primer tipo de sociedad la administración de la justicia corre a cargo de las masas, mientras que en el segundo tipo, la administración del derecho restitutivo corre a cargo de especialistas, lo que concuerda con la especialización característica de la división del trabajo.
Anomía
Los individuos se enfrentan a la anomía cuando carecen de un concepto claro de lo que es una conducta apropiada y aceptable y de lo contrario.
La "patología" central de las sociedades modernas es la división anómica del trabajo. La división estructural del trabajo en la sociedad moderna es una fuente de cohesión que compensa el debilitamiento de la moralidad colectiva, pero el argumento de Durkheim subraya que la división del trabajo no puede paliar del todo la relajación de la moralidad común, por lo cual la anomía es una patología que surge como consecuencia del nacimiento de la solidaridad orgánica. Los actores pueden sentirse aislados en la realización de sus tareas altamente especializadas y pueden dejar de percibir el vínculo que los une a los que viven y trabajan a su alrededor.
Durkheim considera esta situación anormal, ya que para él, sólo en situaciones anormales la división moderna del trabajo relega a las personas a tareas aisladas y carentes de sentido.
Conciencia colectiva
Dice Durkheim: <<El conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de los miembros de una misma sociedad, forma un sistema determinado que tiene vida propia: podemos llamarlo conciencia colectiva o común... Es, pues, algo completamente distinto a las conciencias particulares aunque sólo se realice en los individuos>>
La conciencia colectiva es mucho menos importante en una sociedad con solidaridad orgánica que en otra con solidaridad mecánica. Es más probable que los miembros de una sociedad moderna se mantengan unidos por la división del trabajo y la necesidad de que otros realicen ciertas funciones que mediante una conciencia colectiva poderosa.
Anthony Giddens señala que la la conciencia colectiva difiere en los dos tipos de sociedades en cuatro dimensiones:
- Volumen: se refiere a la cantidad de gente que comparte una misma conciencia colectiva.
- Intensidad: se refiere al grado en que la sienten.
- Rigidez: se refiere a su nivel de definición.
- Contenido: se refiere a la forma que adopta la conciencia colectiva en los dos tipos polares de sociedad.
En una sociedad caracterizada por la solidaridad mecánica, prácticamente la totalidad de sus miembros comparten la misma conciencia colectiva; esta se percibe con gran intensidad; es extremadamente rígida y su contenido suele ser de índole religiosa.
En una sociedad de solidaridad orgánica, la conciencia colectiva es más reducida y la comparte una cantidad menor de individuos; se percibe con menor intensidad; no es muy rígida y su contenido queda definido por el concepto de "individualismo moral".
Representaciones colectivas
La idea de "conciencia colectiva" es un tanto vaga, debido a ello, Durkheim abandona progresivamente este concepto en favor de otro mucho más concreto y específico: las representaciones colectivas. Estas pueden ser consideradas estados específicos o substratos de la conciencia colectiva.
Las representaciones colectivas hacen referencia a las normas y valores de colectividades concretas como la familia, la ocupación, el estado o las instituciones educativas y religiosas. Dicho concepto puede utilizarse de forma tanto general como particular y permite a Durkheim definir los hechos sociales inmateriales de forma más concreta que con la idea nebulosa de conciencia colectiva.
La representaciones colectivas poseen un carácter sui generis, pero dicho carácter único no puede reducirse a la conciencia individual, lo que las sitúa directamente en el mundo de los hechos sociales inmateriales. Su existencia no depende de ningún individuo en particular y su duración es superior a la duración de la vida del individuo, estas características hacen que las representaciones colectivas trasciendan al individuo.
Por todo ello, las representaciones colectivas constituyen la idea central de los hechos sociales inmateriales en Emile Durkheim

miércoles, 18 de abril de 2012

Ciudad yerma


Aquella mañana me levanté y comprobé que no había nadie en casa. Después del desayuno me asomé al balcón; lo primero que me sorprendió fue el silencio que lo envolvía todo. Tras comprobar que el día era soleado volví dentro de la casa y encendí el televisor, pero se debía de haber estropeado, porque no conseguí sintonizar ningún canal.
Decidí salir a dar un paseo para bajar el desayuno. Bajé por General Ricardos; reinaba una tranquilidad inusual y no había nadie a esas horas por la calle... ¿a esas horas?: las doce del mediodía en mi reloj; no era posible. Miré a mi alrededor; las tiendas estaban abiertas y había luz dentro, pero se encontraban vacías; tampoco existía el habitual bullicio en los bares. Por la calle no caminaba nadie; no había ruido de coches, ni de pasos, ni de pájaros, no había miradas... Nada.
Llegué al puente de Toledo y crucé un Manzanares perezoso y abandonado por los patos; el único signo de vida que había encontrado en todo mi recorrido eran los árboles cuyas copas, al no correr aire ninguno permanecían en silencio Subí por la calle Toledo cada vez más perplejo. ¿Qué habría pasado con la gente? No me había encontrado ni un alma en todo el camino y la Puerta de Toledo parecía decirme con su boca enorme: estás solo.
Crucé el Madrid de los Austrias envuelto en un manto fantasmal y entré sobrecogido en la plaza Mayor que parecía inmensa sin el bullicio de los turistas, los pintores callejeros y las palomas. Ni siquiera la estatua ecuestre de su centro parecía prestarme atención, extrañada quizá por tanto abandono. Atravesé la plaza en silencio como una sombra que huye de la luz, crucé la Puerta del Sol, carente de su gentío acostumbrado y entré en los grandes almacenes de Preciados. ¡Nadie! La nieve iluminaba las pantallas de televisión; decidí tomarme todo el asunto a broma, después de todo la situación, aunque extremadamente rara, tenía algunas ventajas: podía consumir lo que quisiera y hacer lo que me diera la gana. Subí a la cafetería y me serví una cerveza, que por supuesto no pagué. Después de beber un par de cervezas y con el ánimo más alegre fui a la sección de deportes, me puse una camiseta de Messi y lancé balonazos contra los maniquíes mudos; pero pronto me aburrí, los maniquíes no eran buenos compañeros de equipo
Volví a la calle vacía y me senté en el suelo en medio de la Puerta del Sol, asustado, mirando cara a cara a un Madrid sin alma, porque la vida, el alma de la ciudad, había sido devorada por algún dios siniestro. Tal vez lo que me estaba pasando fuese una pesadilla, si, eso era, todo era un sueño; pronto despertaría y quedaría inmerso en el santo ajetreo cotidiano Y allí me quedé, solo, sin saber que hacer; esperando ese despertar que no llegaba.
Y pasó ese día, y el siguiente, y el otro...

lunes, 16 de abril de 2012

EL TALISMÁN


 
Benigno suspiró contrariado. Era el tercer intento de cuadrar el balance; había vuelto a fracasar. Aquellos treinta y cinco céntimos tenían algo de diabólico; cuando creía que ya había conseguido que las cuentas fueran exactas, los malditos céntimos se le escabullían entre la maraña de guarismos consiguiendo hacerle perder la paciencia. Se hacía tarde y quizá lo mejor sería dejarlo para mañana; estaba cansado y aburrido, siempre lo mismo. Llevaba treinta años haciendo aquel trabajo, y pensar que aún le quedaban quince para la jubilación le ponía los pelos de punta. Otros quince años de cuentas, otros quince años de balances, otros quince años en aquel despacho polvoriento...
Ahora se iría a su casa; le esperaba una cama vacía y un plato de comida recalentada, después la televisión como único consuelo. Benigno encontraba su existencia desierta, como su casa; pensaba que nunca había hecho nada para llenarla, que había desperdiciado algo tan preciado como su propia vida. Apenas le quedaban recuerdos que merecieran la pena, que le sirvieran de consuelo, salvo uno quizá.
Era la única experiencia apasionante que había tenido; ocurrió hacía muchos años, cuando era joven. Había hecho un viaje al Canadá con su mujer en la luna de miel. Ella no estaba ya, había muerto años atrás dejándole completamente solo, porque tampoco habían tenido hijos. La verdad es que de pensar en lo poco que le quedaba, de recordar su soledad perenne, se le quitaban las ganas de seguir viviendo.
Aquel viaje había sido una locura indiscutible; había consumido todos sus ahorros, pero  fueron  felices cada segundo de aquel tiempo que pasaron enteramente unidos. Recordaba con especial cariño un poblado indio que habían visitado durante unas semanas. Los lugareños parecían felices  con sus pertenencias modestas, tenían un chaman que les curaba las heridas del cuerpo y del alma, y un Tótem de madera enorme rematado en una cabeza de águila que les protegía de los hombres y de los espíritus. En cuanto a su sustento, tenían caza y pesca abundante, y las plantas silvestres rebosaban de frutos; la naturaleza les ofrecía más de los que ellos podían tomar.
El personaje más interesante era el viejo hechicero, que parecía haberle tomado apego. Pasó mucho tiempo junto al mago escuchando sus enseñanzas sobre qué plantas se podían coger y cuales no, porque roban el alma, y qué animales podrían ser protectores y cuales enemigos. También le habló del poder de las piedras y los amuletos, que aunque parecen muertos también tienen espíritu, y le relató algunas leyendas de su pueblo que le ayudaron a comprender en parte a aquellos hombres singulares, que carecían de ambiciones disparatadas, de odios y de codicia; aquellos a los que los occidentales habían denominado “salvajes”, pero que a juicio de Benigno, se encontraban mucho más próximos a la idea que este poseía de “civilización” que los habitantes de su propio mundo.
La última noche de su estancia en el poblado, Sombra de Águila, que era el significado del nombre impronunciable del brujo, le llamó a su hoguera.
-        He visto en tu corazón, - le dijo- es un corazón bondadoso, pero también un corazón que contiene la semilla de la tristeza, esta semilla crecerá y crecerá, hasta que llegues  a querer abandonar el mundo. Toma este amuleto; es un águila, el tótem de mi clan que ahora es también el tuyo. Tiene “mana”, y su “mana” está unido con el mío. Cuando tu corazón quiera abandonar esta vida, úsalo para llamarme.
Cerró el libro de cuentas y empezó a recoger la mesa cuando sus ojos grises, casi muertos, se posaron en aquel cajón; lo abrió. El talismán estaba al fondo. No recordaba por qué lo había guardado allí. Lo observó detenidamente. Era una pequeña talla de hueso con forma de águila. No podría asegurarlo, pero le pareció ver que la figura cambiaba de color al tiempo que el aire del despacho adquiría una calidad turbia y luminosa. “Sube a la azotea”, la voz se abrió paso a través de su cabeza hasta alcanzar el rango de certidumbre. Benigno obedeció y salió del despacho sin saber por qué.
Se encontró en la azotea del edificio con la figurilla todavía en la mano. Algo le hizo volver la mirada, vio entonces un águila enorme posada sobre una barandilla.
Alguien le dijo en un susurro: ”ven, fúndete conmigo”. Benigno se acercó hasta tocar a la rapaz, que no se movió salvo para agitar su regia cabeza. El tacto de las plumas era suave y cálido, pero el águila era translúcida, como una escultura de acuarela. Al momento se notó ligero, se deshacía, se notaba plumas, garras... Su interior y también el mundo exterior de alguna forma habían cambiado, su piel estaba echa de arcoiris; todo era confuso, pero sabía que podía volar.
Se elevó en el aire, vio las calles y las personas, los tejados; todo cada vez más pequeño; montañas, ríos, ciudades, todo estaba allí abajo, y él volaba, volaba y sentía una plenitud maravillosa; era él pero también un águila, también era el chamán, y era todos los seres, hombres y animales, piedras y plantas; todo lo animado e inanimado fluía luminoso dentro de él.
Ahora podía comprender lo que era la verdadera vida en toda su expresión gloriosa.
Y Benigno, moviendo majestuosamente sus alas, se dirigió hacia la luz.
Abajo, en la calle, los dos policías hablaban junto al cadáver, que yacía boca abajo como un abultado muñeco roto, en medio de un gran charco de sangre.
-¿Es un suicidio?
-No lo sé, parece que era un trastornado que quería volar, imagínate: dicen los testigos que se tiró del último piso del edificio moviendo los brazos como un pájaro.
Benigno batía las alas y allá abajo el mundo era insignificante.

 

sábado, 14 de abril de 2012

El asteroide


(
Basado en hechos reales)

 
Ciudadanos del mundo,interrumpimos la programación porque vuestro presidente, es decir, el presidente de los EE.JJ. (Estados Juntitos) os va a dirigir unas palabras. Al loro que es importante.
 
"Amigos, ciudadanos... Es para mí muy difícil dirigirme a vosotros en estos momentos, ya que conozco la situación por la que estáis pasando.
El problema energético y alimentario es muy grave, tenemos que reconocerlo todos; a esta situación nos ha llevado el exceso de consumo. Ya, nosotros somos los primeros en reconocerlo, pero también las otras potencias son responsables de esta situación.
Es de obligada razón reconocer que no consumen en igual medida un europeo, un norteamericano, o un japonés que un chino o un egipcio. También hay que comprender que un ruandés o un haitiano consumen menos que el resto. Esto se debe a que la mala gestión de sus economías, que no han sabido atraer inversiones del exterior.
Pero este no es el problema real: Bien es cierto que ya todos nos hemos igualado, al menos cualitativamente, en niveles de consumo. Un ruandés y un ciudadano norteamericano pueden consumir los mismos productos, aunque en cantidades diferentes; poco es, aunque nuestros expertos están buscando soluciones, y confío en que pronto las obtendrán.
Sin embargo, es un buen momento para reflexionar. Aunque queda poco sobre la Tierra, todos debemos compartirlo. Es en esta idea en la que se basa nuestro sistema igualitario, que los Estados Juntitos hemos llevado a todos los rincones del mundo.
Dios nos ha asignado una pesada carga, que debemos tomar como una bendición: llevar la antorcha del progreso; somos los elegidos, y solo nosotros podemos salvar a la humanidad.
Se nos ha acusado de avaricia y no es cierto: el mundo está construido sobre el negocio, y aquellos que se quedan relegados forman los primeros peldaños de la escalera sobre la que se alzan los líderes.
Se nos ha acusado de soberbia, pues bien, es una acusación injusta: en primer lugar porque entre determinadas naciones la humildad resultaría simplemente ridícula; este es el caso de nuestra nación. En segundo lugar, siempre hemos buscado el bien de todos los pueblos, siempre que este no amenace nuestra supervivencia, que es al fin y al cabo, la supervivencia de toda la humanidad.
Y así se nos ha calumniado culpándosenos de todos los pecados capitales posibles. A nosotros, que siempre hemos puesto a Dios por testigo. A nosotros que, dentro de nuestras posibilidades hemos sido la voz de Dios en el mundo.
Pero esto ahora no viene al caso. Me dirijo a vosotros para daros dos informaciones de máxima importancia para la humanidad. Primero la mala: Un asteroide del tamaño de Arkansas viene hacia la tierra a una velocidad aproximada de un millón de Kilómetros por hora, el posible impacto se produciría aproximadamente dentro de dos horas y treinta y nueve minutos. Y digo "posible impacto" porque (y esta es la buena noticia) ya hemos enviado hacia el meteorito a un grupo de hombres perfectamente entrenados para esta contingencia, en nuestra nave espacial de tecnología más avanzada. Estos hombres abnegados tienen la misión de instalar el explosivo nuclear más potente que hemos fabricado nunca, el cual, al detonar partirá el asteroide en varios pedazos, con lo que el peligro de impacto sobre la superficie terrestre quedará soslayado.
Solo me queda por decir: ¡Dios bendiga a la tierra! ¡Dios bendiga a América!"
Media hora después, en un refugio atómico a tres mil metros bajo la superficie del planeta, el presidente, acompañado de los hombres más poderosos de la tierra y sus familias, conversa con un experto.
Presidente: ¿Cuánto les queda de vida?
Experto: Apenas dos horas.
Presidente: ¿Piensas que se lo habrán creído?
Experto: No lo sé, pero ya da lo mismo; además, la miseria no fomenta precisamente el espíritu crítico.

viernes, 13 de abril de 2012

Días de fútbol


 Manuel estaba absorto en el partido cuando llegó María a casa. El Atlético empataba a uno pero empezaba a flaquear; María dejó las bolsas sobre la mesa del salón mientras Manuel se mordía las uñas.
- Manuel, tenemos que hablar
- Dime, cariño -contestó Manuel con aire de interés vago, más bien ninguno.
- Manuel, hace un tiempo estoy viendo que algo no funciona en nuestra relación, siempre te noto ausente...
Manuel seguía ausente, en efecto, el comentarista voceaba el último lance del partido:
- El árbitro se acerca al nueve blanquiazul y le amonesta verbalmente, después de simular su caída, pero de momento no le va a sacar tarjeta...
- ¡Manuel! ¡No me estás escuchando!
- Que si cariiiiño, que te escucho...
- El partido se reanuda -seguía el locutor- los visitantes vuelven a la carga...
- Manuel, creo que ya no estás interesado en mí, y yo ya estoy harta de esta situación, ya ni siquiera me miras, no me contestas cuando te hablo...
- Te estoy escuchando, cari - contestó Manuel distraído mientras seguía la evolución del partido.
- Mucho nos tememos que si el atlético sigue con esta actitud de apatía va a perder lo que a principio de temporada había ganado con tanto esfuerzo -peroraba el televisor- y desde luego este equipo no está para muchas alegrías, pero no adelantemos acontecimientos; un partido dura noventa minutos y aun puede saltar la sorpresa.
- Te lo advierto -dijo María con los brazos en jarras- hay por ahí otros... otras personas que si se interesan por mí y... o cambias de actitud o yo...
- ¡Falta, joder! -gritó Manuel- ¡Eso es una falta como una catedral!
María se colocó delante del televisor.
- ¡No aguanto más! Te lo quería haber dicho de otra manera, pero veo que sigues siendo estúpido e insensible y...
- Quita del medio, que no veo!
- Están formando la barrera para el lanzamiento de la falta, el trencilla ordena que se retrasen un metro -decía la voz detrás de María- Esta es la oportunidad del atlético para enderezar el partido, el árbitro ha pitado libre directo tras perder la verticalidad el delantero atlético; del acierto o el fallo en el remate puede depender la futura tranquilidad de este equipo.
- ¡Pero te quieres apartar! Si te estoy escuchando.
- Si Manuel, claro que me voy a quitar de en medio -dijo ella con un suspiro, recalcando las palabras; se apartó y se puso a revolver en las bolsas que había traído.
- ¡Ha fallado! -rugió el comentarista- Qué gran oportunidad ha perdido, ahora las cosas se le ponen muy cuesta arriba...
- Sabes...-titubeó ella, hablando de espaldas a Manuel- he vuelto a ver a Luis... dos o tres veces... me lo encontré hace tres meses y... pero no pienses... solo hemos comido juntos, hemos charlado...
- Si cariño...
- No sé...me he sentido bien con él... viva... contigo en cambio...me siento sola
- ¡No, joder, otra falta!
- ¿Me escuchas? Me ha pedido que vuelva a vivir con él, y ya me he hartado, me voy...
- ¡Penalti! -gritó el locutor- penalti contra el Atlético. Han tirado por la borda el partido, ahora ya no hay solución.
- Lo que faltaba, otro partido que nos roban -dijo Manuel a gritos
- Escucha, Me voy con Luis ahora mismo. Ya volveré a recoger mis cosas, y en las bolsas tienes comida para unos días...cuando acabe ese partido ya no estaré, ¿te enteras?
- Que si, cariño - Manuel se comía las uñas mientras el jugador tomaba carrerilla para lanzar.
- ¡Gol! Ha marcado el equipo visitante casi sin tiempo para remontar, se está organizando una tangana porque los visitantes no quieren soltar el balón y los atléticos han perdido los nervios. El colegiado saca tarjeta roja al siete rojiblanco, que tiene que retirarse a las duchas cuando apenas queda tiempo... y efectivamente, el árbitro pita el final del partido...
Manuel se incorporó cabizbajo, maldiciendo a su equipo y al árbitro y a la madre que los parió. De pronto recordó a María.
- María, ¿Qué es lo que querías contarme? ¿Me traes una cerveza si estás en la cocina? ¿María? ¿Estás ahí...?