viernes, 3 de febrero de 2012

El sueño de Europa

El sueño del cambio en Europa se está convirtiendo en pesadilla, la Unión Europea, que nos prometía una nueva Pax Romana de mil años está cayendo como un paracaidista enredado en sus propios hilos de cabeza a un suelo del que nadie se molestará en levantarnos. Los hilos de la contradicción, del recelo, de dos guerras aún no superadas, del yo soy mejor que tú y de tú aún me debes algo. La Europa de los navegantes, de los conquistadores, de los comerciantes, la Europa de las revoluciones políticas, industriales, agrarias, se va a pique. Ya ni los bárbaros clásicos al uso se afanan en conquistarnos.
Atila, soñó un nuevo mundo, como Eric el Rojo, como Arpad, como otros insignes bárbaros, no olvidemos que esta palabra no es mas que una onomatopeya, barbarbar, la lengua de aquellos que no entendemos y no queremos entender, la lengua de los que no nos entienden ni nos van a entender si no es estrictamente necesario, barbarbar... en su raíz este modo de ser deriva de un doble juicio histórico y cultural, en la consideración moderna, actual e intuitiva de un concepto en proceso de desintegración, que mientras imaginamos de un modo romántico, la nueva Europa, la Europa de Schiler, de Shcheling, de Byron, o de Hegel se ha convertido en la Europa de Merckel de Sarkozy o de Rajoy, parece mentira que en pleno siglo XXI haya tanta ignorancia política. Los simpáticos descendientes de Arpad hubieran realizado un cambio de gobernadores con celeridad y contundencia, con sentido del humor, humor negro, claro.
No sabemos si los nuevos bárbaros que avistamos en el horizonte son civilizados o salvajes, ya sabemos que nuestros lideres están al servicio de un ente salvaje que solo responde ante sí mismo, ni siquiera ante Dios y ante la Historia, para qué, ambos se pueden cambiar.
Tal vez los nuevos bárbaros nos quieran como esclavos, o tal vez como mascotas, no en vano la ilustración tiene su atractivo, aunque sea inútil. Europa, la vieja puta, se vende al mejor postor porque sus huesos ya son frágiles y no puede sostenerse por si misma, pobre vieja Europa, que vende sus alhajas pasadas de moda para no morirse de frío y hambre como la pequeña cerillera. Morirá de pena en el asilo de la Historia.
No sé dónde queda el orgullo de los reyes de Castilla, de Aragón, de Navarra, de Francia, de Inglaterra, de Polonia, el orgullo de almogávares, de abencerrajes, de vikingos, de magiares, de otomanos, dónde queda el orgullo de templarios, de hospitalarios, de caballeros teutones. Donde queda el orgullo de emperadores de Roma, de Bizancio, del Imperio Carolingio y el Imperio Germánico, el orgullo de los Zares.
Dónde queda Alejandro el macedonio...
La vieja Europa que olvidó a Cronwell, a Robespierre, a Rosa Luxemburg, a Lenin, a Azaña, porque quizá eran políticamente incorrectos está dispuesta a olvidar a Adenauer, a DeGaulle, a Churchill, a Ataturk y a otros por el bien de los mercados. 
Esta es nuestra Europa, la antigua Europa de los mercaderes, la del lassez faire, lassez aller, la del bienestar, la de los celtas recolectores de cabezas y la de los magiares orgullosos de descender  de Atila, la de los britanos deseosos de tratar por beneficio, de los piratas vascones,  de los castellanos aventureros, la de los Dogos, la de los Murdalak. La Europa de las revoluciones. No inventamos el Rock´n roll pero lo bailamos como nadie, no es tan difícil si te dejas llevar.
Y ahora vienen cuatro empresuchas a decirnos como tenemos que vivir para que alguien al otro lado del mundo acumule riquezas que derrocharán sus descendientes cuando ese alguien muera. Mientras ese alguien se pudra en el futuro en una tumba sus herederos dilapidarán el fruto de su rapiña en drogas, sexo y juguetes mientras millones de seres iguales a ese alguien  agonizaran por hambre, seres con células, tejidos y osamentas idénticas a ese alguien, y quizá con mejores sentimimientos que ese alguien, por lo que sufrirán más que ese alguien viendo morir a sus hijos de hambre si a ese alguien le hubiera tocado estar en esa situación. ¿Y qué hace esa Europa?
Si alguien cree que se va a librar del peso de la historia escondiéndose bajo una piedra, mejor que repase unos cuantos libros y verá que no hay nada nuevo bajo el sol. Y de paso relea el que lo haya leído y el que no que lo lea, la fábula del caballo al que ofendió un ciervo y que para vengarse de la ofensa pidió ayuda al Hombre, al final el caballo se libró del ciervo, pero quedó esclavizado para siempre. 

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