Profecía celta
Los guerreros se fueron reuniendo en silencio en torno al círculo de piedras ciclópeas que coronaban la montaña sagrada; abajo, entre retazos de niebla, podían ver el lago cuyas aguas tranquilas espejeaban en la primera luz de la mañana. El druída, con ayuda de dos fuertes ayudantes terminaba de sacrificar a un prisionero obtenido en la reciente guerra contra los poblados del valle al final del río, que a la sazón emergía del propio lago. Arrojó las últimas matas de muérdago recogidas la noche anterior a la pira funeraria y se desprendió del manto de pieles de lobo que portaba, arrojándolo lejos de sí; parecía ahora más viejo, como de mil edades, pero no había perdido nada de su majestuosidad. Alzó los brazos al cielo y un ligero temblor recorrió su cuerpo; unos instantes después un murmullo de horror y admiración se extendió por el grupo reunido en torno a él cuando de pronto se arqueó hacia atrás violentamente, puso los ojos en blanco y espesos hilos de baba comenzaron a emerger de las comisuras de los labios deslizándose por su barba de nieve. Arrancó el torque de plata que adornaba su cuello y que amenazaba con ahogarle; comenzó a hablar con una voz distinta, gutural: |
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- Escuchad, guerreros: >>Veo el mundo que aguarda, y nosotros no tendremos lugar en él. Desaparecerán nuestros castros, y en su lugar se levantarán edificios de granito y pizarra. Estos montes, siempre verdes, serán surcados por caminos hechos de una sola piedra negra que se derrite con el Sol y los hombres correrán por esos caminos de día y de noche en carros que no irán tirados por ningún animal, pero que serán más veloces que todo lo que conocemos. No habrá entonces guerras aquí, pero los hombres se matarán con esos carros. Tendrán extraños rituales que les llevarán a bañarse en el lago y subir a esas montañas más altas en grupos.>> El druída hizo una pausa que aprovecharon sus ayudantes para secarle el sudor que manaba de su frente. Después continuó: - Se me eriza el cabello cuando veo lo que les aguarda: >>No cultivarán estas tierras, pero comerán alimentos que a veces les envenenarán, inhalarán extraños humos que les harán enfermar; buscarán lo que no tienen y despreciarán lo que ya poseen, y así enfermarán más sin darse cuenta. De nuestro recuerdo solo quedará una extraña música realizada con instrumentos que me son desconocidos, a esa música le darán nuestro nombre. Solo os puedo decir para terminar, que cuando esto ocurra tendremos la suerte de estar todos muertos, también los hijos de nuestros hijos y los hijos de sus hijos.>> |
|
Dicho esto, el druída sufrió un desmayo. Mientras era atendido por sus
acólitos, el resto de los hombres comenzó a abandonar el círculo de piedra. La
ceremonia había concluido. De camino hacia el castro, uno de los guerreros comentaba a su amigo: - Me ha asustado el viejo, ¿ Tú crees que habrá algo de cierto en lo que ha contado? - No lo creo; pienso que está perdiendo facultades, y por eso se inventa las visiones. Diciendo esto se apresuraron a regresar, pues se acercaba la hora de comer. Al despedirse de su amigo, el guerrero dijo acariciando el filo de su espada: - Tienes razón, ya está viejo. Quizá vaya siendo hora de sustituirle. |
miércoles, 4 de septiembre de 2013
El druida
sábado, 17 de agosto de 2013
EL MONEDERO
Aquel día no había empezado bien; conducía mi autobús a través de las calles mojadas, y ya había estado a punto de tener un par de accidentes. Tal como llevaba la mañana no esperaba nada bueno de ella. Tenía ganas de acabar y de llegar a casa y en ésto iba pensando cuando de pronto oí un grito.
-¡Mi monedero!¡Me lo han robado!
Se me cayeron encima los palos del sombrajo. Sabía lo que esto significaba: discursiones, jaleo y finalmente un informe por duplicado para la compañía de transportes y para la policía.
Alguien apuntó la posibilidad de que un joven que iba montado detrás de la víctima, una chica a la que conocía de vista, hubiera sido el autor del robo. Detuve el autobús cuando vi que la discusión subía de tono; el muchacho se defendía de la acusación vigorosamente, aunque con educación (utilizaba algunas palabras que yo ni siquiera entendía). También conocía al chico de vista y siempre se había comportado correctamente, yo pensaba que no podía ser el ladrón, aunque cosas más raras se han visto. Tenía más bien aspecto de estudiante; terció en la discursión otra joven defendiendo al acusado y la bronca se empezó a descontrolar. En ese momento intervine yo:
-Señores, no pueden continuar así en el autobús, si hay algo que aclarar, diríjanse a la comisaría.
-No hay nada que aclarar conmigo -respondió el muchacho-, yo no tengo ningún monedero como podéis ver. No llevo bolsillos donde esconderlo.
-Puedes haberlo tirado por la ventanilla, listo -repuso la víctima-
-Perdona guapa, -dijo la mujer que había salido en defensa del chico- pero conozco a este chico desde hace mucho tiempo y no es ningún ladrón. Se llama Luis y es estudiante; lo suyo es la filosofía, no el robo.
-Ya, ¿y quién me asegura que no eres tú su cómplice?
-Oye, eso sí que no te lo permito -contestó la aludida-. Yo tengo una dignidad; además no necesito robar monederos con los cuarenta duros del bocadillo de una niñata como tú.
Aquello ya se estaba convirtiendo en un auténtico gallinero; me recordaba a uno de esos debates parlamentarios que ponen en la televisión. Me puse en medio de los tres porque pensé que llegaban a las manos.
-Bueno señores, -dije- hagan el favor de bajarse del autobús, que llevamos aquí diez minutos parados. Si quieren hacer denuncias la comisaría está a la vuelta de la esquina.
-Yo creo que deberíamos seguir algún método racional, -dijo el joven- en vez de discutir, para tratar de resolver esto.
Yo estuve de acuerdo y la joven que había dicho ser animadora cultural apoyó la moción. La víctima, ya más tranquila, accedió a pensar las posibilidades que podrían existir en torno al robo de su monedero. Todas fueron desechadas una por una: no se había dejado el monedero en casa, de eso estaba segura. Tampoco se le había acercado nadie mientras caminaba hacia la parada, y en esta había permanecido sola. Tampoco se había acercado nadie a ella durante el trayecto, por lo que la unica persona que había estado junto a ella, sentado justamente detrás, era el estudiante de filosofía. Todos los indicios lo acusaban. El joven dijo que tenía que existir otra posibilidad.
-Vamos a reconstruir los hechos; vamos a ver, ¿en qué momento te has dado cuenta de que te faltaba el monedero?
-Bueno, pues justamente cuando hemos pasado la última plaza, he abierto el bolso para coger mi carné de estudiante, yo estudio ESO, sabéis, lo he abierto así y...¡AY!
La cara de la chica fue cambiando de color, hasta ponerse como una guinda de roja.
-¿Qué pasa?- preguntamos todos.
-Que lo tengo aquí, es que...lo había metido en otro compartimento y ...
-¿El carné?
-No...el monedero, yo, yo...
La infeliz estaba a punto de llorar, no acertaba a pedir disculpas, pero los otros mostraron ser muy comprensivos. Después de alguna vacilación, al ver los pucheros de la pobre, la consolaron.
-Cualquiera puede equivocarse; no pasa nada...
-Baja con nosotros a tomar un café, venga.
Al final todos quedaron contentos, también yo aunque me había quedado a mitad de la ruta.
-Yo me llamo Luis, ¿y tú?
-Yo Diana, perdóname...
-No importa.
-Yo soy Marian, encantada.
-¿Viene usted, jefe?
Tenía el autobús en medio de la calle, llegaba tarde en la ruta, y mi mujer me estaría esperando con la comida, pero dije:
-¿Por qué no?, por un día...
jueves, 15 de agosto de 2013
Bruce Springsteen in concert
Una crónica de hace diez años de mi gran amigo Josep, ´The Boogie Man´. Un canto al Rock, si es posible cantar al Rock como iluminar al Sol; y un homenaje a David, su hermano, nuestro hermano por siempre, que nos dejó después del gol de Iniesta.
Larga vida al Rock´n Roll, y a los viejos rockeros, estén aquí o allá.
Os dejo con nuestro héroe.
The Boogie Man quiere admitir públicamente que lloró de emoción al oir en directo "The ties that bind", una de las canciones con las que el Boss y su grupo le electrokutaron a los 14 años, hace ya mucho tiempo... Joder, the Boogie Man ha visto en una decena de ocasiones en directo al gran Springsteen y hasta el otro día no vio recompensada su fidelidad con este pequeño detalle. Para más información, os diré que "The ties that bind" ("los lazos que atan") es el corte que inaugura The River, vamos, la primera pieza de la cara A del primer disco de ese doble álbum, con el simbolismo y la importancia que dicha circunstancia tenía en una época en que reinaba el vinilo; los Cd´s, la tecnología digital y los mandos a distancia eran cosas del año 2.000. Además, "the ties that bind" fue concebida para liderar y dar nombre a un álbum sencillo, que debiera haberse publicado en 1979 y que hubiera seguido al "Darkness on the Edge of Town". Sin embargo, las legendarias incertidumbres del Boss a la hora de configurar sus Lp´s no sólo retrasaron el proyecto sino que lo acabaron modificando substancialmente hasta generar "The River", un total de 21 piezas seleccionadas de entre casi un centenar. Los mitómanos cuentan que en Nochevieja del 79 el mismo Bob Seger aconsejó a Bruce, en casa de éste, sobre qué temas podía seleccionar y cuáles aparcar para una mejor ocasión. Afortunadamente, "the ties that bind", un canto a las raíces y al compromiso de las personas, sobrevivió a la quema. Otros momentos estelares del gran cocnierto, en opinión de the Boogie Man, fueron: "Detroit Medley", "Because the Night", "Badlands", "Born to Run" y... ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡"Jungleland"!!!!!!!!!!!!!! Cuando Springsteen finalizó su interpretación de "the ties that bind", que fue el tercer tema del concierto tras "The Rising" y "Lonesome day" -dos cortes de su último álbum siempre presentes en los conciertos de esta gira 2002-2003- no era capaz de comentar la jugada con mi mujer. La emoción me embargaba y tenía los ojos llenos de lágrimas. Sí, tío, nos hacemos mayores y cada vez añoramos con más fuerza nuestros "glory days" de cuando éramos jóvenes, como una tarde de Agosto en la playa de la piedra del pato, en el lago de Sanabria, cuando mi amigo Jesús se encargó de que "the ties that bind" sonara a toda pastilla en el radiocassete que llevabamos... El decía que Springsteen era de puta madre y yo aluciné ya que esa misma primavera había sido electrocutado por el Boss en su primer concierto en Barcelona y España al que, por azar y favorecido por unas cricunstancias muy especiales, tuve la inmensa suerte de acudir (y,además, por la cara). |
The Boogie Man
miércoles, 7 de agosto de 2013
Cuentos cortos de Sanabria
La bota de vino
Una vez una vieja fue a confesarse, y como le gustaba mucho el morapio se
escondió debajo del mantón una bota de vino que llevaba.
La mujer se arrodilló junto al confesionario y después del Ave María Purísima, el señor cura le preguntó si venia arrepentida de sus pecados y devota.
La mujer al oír que el cura decía devota le preguntó:
- ¿Véseme, señor cura,?, ¿Véseme?
- ¡Ande usted al cuerno, señora! - contestó el cura - ¡Que yo a usted no la beso!
La mujer se arrodilló junto al confesionario y después del Ave María Purísima, el señor cura le preguntó si venia arrepentida de sus pecados y devota.
La mujer al oír que el cura decía devota le preguntó:
- ¿Véseme, señor cura,?, ¿Véseme?
- ¡Ande usted al cuerno, señora! - contestó el cura - ¡Que yo a usted no la beso!
El origen de la maldad de las mujeres.
Iban una vez Jesucristo y San Pedro por el monte y al volver un recodo
encontraron un riachuelo, y cerca escucharon un gran griterío cuando llegaron a
la fuente de tantas voces se encontraron a un grupo de mujeres que habían ido a
lavar al río y que discutían toas contra todas sin que hubiera forma de poner
paz entre ellas.
- Anda, Pedro - dijo Jesús - vete hasta allí y averigua por qué pelean esas mujeres y mira a ver si puedes poner orden.
San Pedro, que era muy bruto fue hasta donde las mujeres estaban, y sin pararse a escuchar sacó la espada y les cortó la cabeza a todas. Cuando volvió le preguntó Jesucristo:
- Pero, ¿qué les has hecho para que se callaran todas tan de repente?
- Pues, nada - contestó Pedro - que les he cortado la cabeza...
- ¡Pero que animal eres! - dijo Jesús - anda y vete a ponerles las cabezas como estaban.
San Pedro fue a cumplir la orden de su Maestro, pero estaba tan enfadado por la reprimenda que había recibido que se limitó a coger las cabezas y a tirarlas a los cuerpos y la que tocaba, tocaba. Pero entre las mujeres también estaba el demonio transformado en mujer, y por esa presencia las mujeres discutían desatinadamente antes; Pedro, sin advertirlo arrojó la cabeza del diablo al cuerpo de una mujer, y la cabeza de esta al cuerpo del diablo, y así volvieron todas a la vida.
Por eso, desde entonces las mujeres son tan malas como el demonio, y el demonio tan malo como las mujeres.
- Anda, Pedro - dijo Jesús - vete hasta allí y averigua por qué pelean esas mujeres y mira a ver si puedes poner orden.
San Pedro, que era muy bruto fue hasta donde las mujeres estaban, y sin pararse a escuchar sacó la espada y les cortó la cabeza a todas. Cuando volvió le preguntó Jesucristo:
- Pero, ¿qué les has hecho para que se callaran todas tan de repente?
- Pues, nada - contestó Pedro - que les he cortado la cabeza...
- ¡Pero que animal eres! - dijo Jesús - anda y vete a ponerles las cabezas como estaban.
San Pedro fue a cumplir la orden de su Maestro, pero estaba tan enfadado por la reprimenda que había recibido que se limitó a coger las cabezas y a tirarlas a los cuerpos y la que tocaba, tocaba. Pero entre las mujeres también estaba el demonio transformado en mujer, y por esa presencia las mujeres discutían desatinadamente antes; Pedro, sin advertirlo arrojó la cabeza del diablo al cuerpo de una mujer, y la cabeza de esta al cuerpo del diablo, y así volvieron todas a la vida.
Por eso, desde entonces las mujeres son tan malas como el demonio, y el demonio tan malo como las mujeres.
El hombre y las berzas
Érase una vez un hombre que tenía una cortina (Una huerta) junto a la
casa, y en ella tenía plantadas berzas que ya estaban bien desarrolladas. El
hombre tenía un padre ya muy mayor, y el viejo estaba asomado a una ventana que
daba al berzal, se cayó de la ventana con un estrépito tremendo.
Cuando el hijo llegó y vio a su padre ya difunto sobre un montón de berzas aplastadas, empezó a dar grandes voces. Un vecino que pasaba, al ver lo ocurrido acudió a consolarle, entonces el hombre le dijo:
- Lo que siento no es lo de mi padre, que ya estaba viejo, sino las berzas que ha arruinado.
Cuando el hijo llegó y vio a su padre ya difunto sobre un montón de berzas aplastadas, empezó a dar grandes voces. Un vecino que pasaba, al ver lo ocurrido acudió a consolarle, entonces el hombre le dijo:
- Lo que siento no es lo de mi padre, que ya estaba viejo, sino las berzas que ha arruinado.
El cura y los tres gallos
Había una vez un párroco que tenía tres gallos en su corral. Una mañana el
primer gallo cantó de una manera muy rara. El cura extrañado trataba de
identificar lo que cantaba, hasta que cayó en la cuenta; el gallo decía al
cantar:
- ¡El cura duerme con la criada!, ¡El cura duerme con la criada!
Al oír esto, el cura montó en cólera y le retorció el pescuezo al pobre gallo.
Otro día cantó uno de los dos gallos que quedaban también de manera peculiar. El párroco aguzó el oído para tratar de entender el canto, hasta que escuchó:
- ¡A mi hermano lo mataron por decir la verdad! ¡A mi hermano lo mataron por decir la verdad!
Cuando lo oyó el cura volvió a enfurecerse y también a este le retorció el pescuezo. Al día siguiente, el gallo que quedaba comenzó a cantar como los otros. El cura se puso a escucharle; al cabo de un rato, llegó a entender lo siguiente:
- ¡El que en este mundo quiera quedar, tiene que ver, oír y callar!
- ¡El cura duerme con la criada!, ¡El cura duerme con la criada!
Al oír esto, el cura montó en cólera y le retorció el pescuezo al pobre gallo.
Otro día cantó uno de los dos gallos que quedaban también de manera peculiar. El párroco aguzó el oído para tratar de entender el canto, hasta que escuchó:
- ¡A mi hermano lo mataron por decir la verdad! ¡A mi hermano lo mataron por decir la verdad!
Cuando lo oyó el cura volvió a enfurecerse y también a este le retorció el pescuezo. Al día siguiente, el gallo que quedaba comenzó a cantar como los otros. El cura se puso a escucharle; al cabo de un rato, llegó a entender lo siguiente:
- ¡El que en este mundo quiera quedar, tiene que ver, oír y callar!
martes, 23 de julio de 2013
MI ABUELA
¿Alguien cree aun en los espíritus?
Yo en concreto, no demasiado; sin embargo la otra noche, cuando miraba el
cuadrito que se encuentra en la mesa del salón, a mi izquierda, sentí un
escalofrío.
En dicho cuadro hay una fotografía de los rosales que hay en mi casa, en Vigo; y entre los rosales se ve a mi abuela Maruja – que ya no está entre nosotros – con mi madre. Digo que sentí un escalofrío porque, mientras me llevaba a la boca la taza de café que había preparado para pasar la noche, mirando distraído la fotografía, tuve la sensación de que alguien me pasaba la mano por la espalda al tiempo que decía:
- Anda, que tienes espaldas de molinero…
Naturalmente, giré la cabeza hacia un lado y hacia el otro, pero no había nadie. Lógico, cómo iba a haber alguien si estaba sólo en casa. Además, la dichosa frase sólo la podría haber pronunciado una persona: la señora de la foto, mi abuela.
Yo, lo confieso, me asusté un poco, y tentado estuve de llamar a alguien para pedir ayuda. Pero, para qué, si de todas formas todo quedaba en familia. No procedía meter en esto a los cazafantasmas cuando de lo que se trata es de mantener una relación fluida con aquellos que nos quieren – supongo que mi abuela me seguirá queriendo a pesar de mis defectos – así que pregunté al aire: “abuela, ¿estás ahí?”
Ni se dignó a contestarme. Tampoco me molesté por ello, porque la mujer está mayor, ahora tendría noventa y pico de años, y ya no son edades para andarse con bromas. Bastaba con hacerme saber que era ella.
Todo un misterio, ya que cualquier espíritu declinaría el trago de venir a molestarme sabiéndome tan racional; pero ella, mi abuela María Victorina Tomasa Genoveva tiene la suficiente confianza como para presentarse sin avisar. Ni se molestó en hacer una aparición triunfal, simplemente me pasó la mano por el lomo recordándome mi ser material, mi parte animada; todo aquello que es vida, que dura tan poco que lo más importante es no desaprovecharla. Mientras nos movemos – en cuerpo o espíritu – existimos, para después pasar a la nebulosa extensión del recuerdo, y eso es lo que me quiere decir cuando me mira desde el cuadro y el rosal, mientras mi madre sonríe detrás de ella.
No sé si alguna vez volverá a sorprenderme con su visita, quizá vino a comprobar si me he civilizado un poco, si he madurado; lo que si habrá constatado es que mi caligrafía sigue siendo obra de los demonios, como ella diría.
En dicho cuadro hay una fotografía de los rosales que hay en mi casa, en Vigo; y entre los rosales se ve a mi abuela Maruja – que ya no está entre nosotros – con mi madre. Digo que sentí un escalofrío porque, mientras me llevaba a la boca la taza de café que había preparado para pasar la noche, mirando distraído la fotografía, tuve la sensación de que alguien me pasaba la mano por la espalda al tiempo que decía:
- Anda, que tienes espaldas de molinero…
Naturalmente, giré la cabeza hacia un lado y hacia el otro, pero no había nadie. Lógico, cómo iba a haber alguien si estaba sólo en casa. Además, la dichosa frase sólo la podría haber pronunciado una persona: la señora de la foto, mi abuela.
Yo, lo confieso, me asusté un poco, y tentado estuve de llamar a alguien para pedir ayuda. Pero, para qué, si de todas formas todo quedaba en familia. No procedía meter en esto a los cazafantasmas cuando de lo que se trata es de mantener una relación fluida con aquellos que nos quieren – supongo que mi abuela me seguirá queriendo a pesar de mis defectos – así que pregunté al aire: “abuela, ¿estás ahí?”
Ni se dignó a contestarme. Tampoco me molesté por ello, porque la mujer está mayor, ahora tendría noventa y pico de años, y ya no son edades para andarse con bromas. Bastaba con hacerme saber que era ella.
Todo un misterio, ya que cualquier espíritu declinaría el trago de venir a molestarme sabiéndome tan racional; pero ella, mi abuela María Victorina Tomasa Genoveva tiene la suficiente confianza como para presentarse sin avisar. Ni se molestó en hacer una aparición triunfal, simplemente me pasó la mano por el lomo recordándome mi ser material, mi parte animada; todo aquello que es vida, que dura tan poco que lo más importante es no desaprovecharla. Mientras nos movemos – en cuerpo o espíritu – existimos, para después pasar a la nebulosa extensión del recuerdo, y eso es lo que me quiere decir cuando me mira desde el cuadro y el rosal, mientras mi madre sonríe detrás de ella.
No sé si alguna vez volverá a sorprenderme con su visita, quizá vino a comprobar si me he civilizado un poco, si he madurado; lo que si habrá constatado es que mi caligrafía sigue siendo obra de los demonios, como ella diría.
martes, 9 de julio de 2013
Apuntes de arqueología: Argentina y Chile
De las tres grandes regiones geográficas -el NO., el NE. y la Pampa- en que podemos dividir esta zona austral, es la primera la mejor conocida.
NOROESTE
Además de la influencia panandina, ostensible en toda la región, son también evidentes sus concomitancias tiahuanacoides, incaicas e incluso amazónicas.
- Area atacameña
El clima ha permitido la mejor conservación del material.
Se han hallado, así, restos de arquitectura -pucarás o habitáculos pétreos, rectangulares-, instrumental agrícola, armas indumentaria y, sobre todo, tosca y gruesa cerámica: pucos, vasijas cilíndricas, objetos de metal (Tebenquiche) y figurillas humanas de madera pintada (Rinconada).
- Humahuara
Se conservan restos arquitectónicos -pueblos viejos o poblados junto al agua y pucarás o poblados fortificados sobre colinas-, funerarios -urnas en los ángulos de las habitaciones- y obras de ingenieria,
Su cerámica, con decoración pintada o incisa, es muy variada -pucos, yuros- tanto por su forma como por su decoración (geométrica). Además del arte industrial en metal (tumis), piedra, madera y hueso, son renombradas sus máscaras (Tilcara) y pinturas (Chulín).
NOROESTE CENTRAL
Dentro del complejo Diaguitas distinguiremos:
- La Aguada: Restos de habitación en barro y paja, montículos de tierra o allpataucas, enterramientos cerámica (Ciénaga, policroma;
- Barreal Draconiana: Pintadas en cuencos abiertos y vasijas cilíndricas con asa, pintadas casi siempre con motivos zoomorfos;
- La Ciénaga: Habitáculos ovoides más pequeños y parecilla frente a la puerta; instrumental en piedra y vasijas de tres estilos;
- Condorhuasi: Viviendas tipo pozo, objetos en piedra y figurillas en metal; cerámica tosca, pulida, bi o tricolor y rojo sobre ante;
- Belén: Probable conexión con lo incaico y con características urnas de base troncocónica invertida;
- San José: Urnas de base y cuerpo troncocónicos, cilíndricos y de cuello recto;
- Santa María: Urnas ovoides de cuerpo a veces cinturado cuello cilíndrico, asas horizontales y curiosa decoración antropomorfa muy estilizada.
- Cultura chaco-santiagueña
De las tres fases en que se suele dividir arqueológicamente esta región es la cultura de Las Mercedes la que posee una cerámica más singular, con urnas monumentales, base cónica y paredes con engobe negro en su cara interna, a veces con rebordes blancos.
La Sunchituyoj se singulariza por sus montículos elípticos, piezas textiles y puntas de flecha. En la fase Averías los montículos guardan en su interior cuencos policromos abundando, además de las urnas y hornos las fusayolas, ocarinas, pipas y diversos objetos en hueso y metal.
- Comechigón
Pobre en restos cerámicos, esta cultura de las sierras centrales es bien conocida por su abundante instrumental lítico -hachas, bolas, puntas de flecha, morteros- y sus pinturas rupestres (Cerro Colorado).
- La Candelaria
Los yacimientos que han proporcionado los mejores ejemplares de cerámica salteña -grandiosas urnas funerarias, vasijas globulares con asa y, a veces, tapadera, etc.- son los de El Paso de los Antiguos, El Quebrachal, Huanacocha, etc.
NORDESTE
Las regiones del Paraná y el Delta han sido arqueológicamente, pródigas en túmulos y montículos, vasijas globulares con adornos y figurillas quizá de antecedentes amazónicos.
LA PAMPA
Además de los descubrimientos de la región -puntas de flecha con pedúnculo, cerámica con dibujos ceométricos incisos de la península de San Blas- pueden citarse áreas con yacimientos tan interesantes como los de los núcleos Mendoza-Neuquén (objetos de piedra, placas grabadas), San Luis-Córdoba (hornos) y Querandí, en todos los cuales -excepción hecha de esta última cultura, que posee vasijas globulares y evidentes influjos guaraníes- se aseveran fácilmente como comunes la escasez de material cerámico y el inconfundible sello andino.
@Pacoespada1
miércoles, 3 de julio de 2013
Fría luz
Ahí estás, amor mío, inmóvil, la luz fría de la habitación se
añade al frío de mis huesos, inútil coraza que descansa junto a ti, perdida en
el inmenso hospital, perdida en el revoloteo de mil batas blancas que van y
vienen de cama en cama indiferentes. Y tú sigues ahí, sin moverte, durante días,
abandonada a no sé qué pensamientos, ¿Qué pensarás?, ahí están esos tubos que se
prolongan de un cuerpo inerte a unos imprescindibles objetos muertos cuyos
corazones de metal sustentan una vida exigua.
El atropello...ruido de frenos, un golpe, la gente corre, grita, las sirenas...
Ahí estás ahora, amor mío, junto a mí; continuamos separados por el coma, separados por abismos de recuerdos inalcanzables; se pierde todo aquello que debimos decirnos por los laberintos de la inconsciencia, por los largos pasillos con paredes cubiertas de azulejos, sembrados de cosas que no existen en aquel que fue nuestro mundo.
El cielo se cubre de sombras bajo la luz fría de hospital, fluorescentes crueles que soportas en silencio mientras absorbes el rancio aroma de formol y de tristeza.
El atropello, el ruido, la ambulancia...
Quizá volvamos a encontrarnos en ese mundo consciente y absurdo que compartíamos tú y yo, entonces podré susurrarte al oído todo lo que quise decirte y que no supe, y tú sonreirás, con aquella media sonrisilla que me hacía sentir tan tonto y tan feliz al mismo tiempo.
El atropello, el hospital...
Quiero que acabe pronto esto, quiero que acabe pronto... ha venido una enfermera y se ha marchado corriendo, y tu estás ahí, amor mío, tan callada. Ha regresado con un médico y la habitación ha estallado de alegría, has salido de tu sueño, te levantas de esa silla incómoda donde dormitabas, te acercas a mí y me abrazas, me haces cosquillas en la cara con el pelo. Y por fin abro los ojos a la vida.
El atropello...ruido de frenos, un golpe, la gente corre, grita, las sirenas...
Ahí estás ahora, amor mío, junto a mí; continuamos separados por el coma, separados por abismos de recuerdos inalcanzables; se pierde todo aquello que debimos decirnos por los laberintos de la inconsciencia, por los largos pasillos con paredes cubiertas de azulejos, sembrados de cosas que no existen en aquel que fue nuestro mundo.
El cielo se cubre de sombras bajo la luz fría de hospital, fluorescentes crueles que soportas en silencio mientras absorbes el rancio aroma de formol y de tristeza.
El atropello, el ruido, la ambulancia...
Quizá volvamos a encontrarnos en ese mundo consciente y absurdo que compartíamos tú y yo, entonces podré susurrarte al oído todo lo que quise decirte y que no supe, y tú sonreirás, con aquella media sonrisilla que me hacía sentir tan tonto y tan feliz al mismo tiempo.
El atropello, el hospital...
Quiero que acabe pronto esto, quiero que acabe pronto... ha venido una enfermera y se ha marchado corriendo, y tu estás ahí, amor mío, tan callada. Ha regresado con un médico y la habitación ha estallado de alegría, has salido de tu sueño, te levantas de esa silla incómoda donde dormitabas, te acercas a mí y me abrazas, me haces cosquillas en la cara con el pelo. Y por fin abro los ojos a la vida.
@Pacoespada1
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