domingo, 24 de febrero de 2013

La estrella azul


  Volví a mirar por la ventana de mi alcoba. La estrella azul titilaba junto al ángulo superior derecho del marco. Ahora me sentía mucho mejor, más tranquilo, todo había salido bien.
Recordé a los tipos que había conocido el aquel bar del centro, eran realmente divertidos; uno de ellos debía de saberse todos los chistes de este mundo; pero el que me hizo verdadera gracia fue el otro, creo que se llamaba Pepe, sobre todo cuando comenzó a toser de aquella forma tan cómica... parece que al resto de los parroquianos no le hizo tanta gracia, parecían bastante asustados y yo opté por retirarme. Al fin y al cabo, mi labor había terminado allí.
Encendí la televisión, estaban poniendo un reportaje sobre no se qué islas paradisíacas; se veía un crepúsculo y el rojo intenso de aquel sol me desazonó un poco; un paisaje muy distinto de aquellos atardeceres de azul intenso que yo había conocido. Pensé en llamar a mi compañera, pero recordé que ahora era imposible debido a la distancia que nos separaba; posiblemente dentro de tres meses se dieran las condiciones necesarias para establecer la conexión; tenía ya tantas ganas de verla, tan hermosa, tan distinta de las de aquí... hacía veinticinco años que estábamos separados, y aunque no era mucho tiempo en realidad, cada vez sentía más su ausencia, y la ausencia de los míos, magníficos, superiores...
En la televisión hablaban ahora de la última enfermedad que se había desencadenado en Asia. Hablaban de mil nuevos casos en China; esto si que es una epidemia, pensé, y no la tontería aquella del ántrax que había asustado tanto a esta gente. Este nuevo virus se extendería por todo el planeta, y posiblemente llevase a la raza humana a su extinción o, en todo caso a una merma considerable de sus capacidades.
Las otras epidemias fueron un desastre, experimentos fallidos, el VIH era demasiado lento y selectivo: dejaba fuera a los supuestos "virtuosos", además, como efecto social secundario elevó el nivel general de higiene, amén de provocar una aburrida serie de mojigangas moralistas. De esta forma era imposible que toda la humanidad sucumbiera, como dejé reflejado en mi informe. En cuanto al Ebola era demasiado rápido; en un abrir y cerrar de ojos eliminaba a una población entera, pero después el virus se quedaba sin nadie a quién atacar y se moría de hambre.
Esas enfermedades eran un verdadero problema técnico, en cambio esta... Me reí al ver en la pantalla las imágenes de una ciudad asiática, toda esa gente con las caras cubiertas por máscaras, como si fueran a servirles de algo. Unos monos patéticos que se afanaban mucho en destruir ellos mismos a la civilización y la especie, claro que tenían ayuda.
La epidemia seguía extendiéndose, de hecho estaba a punto de darse el primer caso en Madrid. Pepe no sé cuantos se llamaba, y luego vendrían más, pero este dato solo lo conocía yo.
Volví a mirar a la estrella azul y me sentí muy satisfecho. Dentro de poco los míos estarían disfrutando de esas playas maravillosas. En tres meses podría volver a hablar con mi compañera, y con un poco de suerte informaría de que ya se podían poner todos en camino.

@Pacoespada1

No hay comentarios:

Publicar un comentario